viernes, 27 de noviembre de 2009

Una revolución al desnudo


Por Camila Caicedo y Johana López.


La Revolución Francesa y la Industrial fueron de gran importancia, pero ninguna ha logrado tener tanto impacto y tanta influencia como la revolución sexual. Este levantamiento busca liberar las costumbres y generar una igualdad entre los sexos

Uno de sus primeros antecedentes datan del siglo XVIII, cuando el Marqués de Sade empezó a escribir noveles clandestinas con alto contenido erótico y sexual, pero fue en la década del 60 cuando los jóvenes empezaron a reclamar sus derechos por la libertad de expresión y por el amor libre.

La revolución sexual ha tenido tres etapas desde su inicio. La primera es la consecuencia social del desarrollo de la farmacología contraceptiva, se empieza a hablar de la píldora anticonceptiva, ésta es de hecho el invento técnico que de manera más radical ha cambiado la vida de las personas desde que tenemos memoria histórica. Sexo y procreación son términos totalmente desligados.

La segunda etapa se dio en los años 80´s, cuando ya se empezó a hablar de homosexualidad y se aprobaron las cirugías de cambio de sexo. En la tercera etapa se puede hablar de placer artificial, pues la creatividad humana hizo que para tener placer sexual no se necesitara de una pareja.

Pero la revolución sexual no ha terminado, la vivimos todos los días, cuando usamos condón y/o planificamos, cuando vemos una pareja gay en la calle, cuando al encender el televisor después de las 11 de la noche los programas son “sólo para adultos”, porque los medios de comunicación se han encargado, ‘sin querer’, de difundir, masificar y volver común el sexo. Revistas como Cosmopolitan y Playboy; y series de televisión como Sex and the city son accesibles a todo público.


¿Amor libre o promiscuidad?
La creencia de que para tener una relación hay que casarse es un discurso pasado de moda, un cuento de los abuelos, ya que son muchas las parejas que deciden vivir juntos sin adquirir un contrato con la iglesia o con el Estado.

“Me gusta más la unión libre porque aunque ames a alguien es mejor darse tiempo para estar con esa persona, y ver si funciona, si pueden y están dispuestos a estar juntos, pero no descarto casarme porque está bonito”, dice Tania de 20 años.

Quienes viven en amor libre confiesan que viven con otra persona pero que no son novios, no hay ningún compromiso, tienen relaciones sexuales por placer, no hay celos y dicen gozar de mucha libertad. Tatiana, quien escapó de su casa por andar con un hombre, quien no es su novio, dice que su madre piensa que debería irse al infierno, pero para ella el infierno no existe.

Amor libre ha sido muchas veces asociado con promiscuidad, pues el hecho de no tener un compromiso legal hace que se quiera estar con una persona y otra a la vez. Los partidarios de éste incluyen la promiscuidad como posibilidad genuina, siempre y cuando haya un consenso previo en la pareja. Al no existir este acuerdo aparece la infidelidad, Andrea, estudiante de Trabajo social confiesa que le es infiel a su novio cada vez que hace algo que la irrita, como no acompañarla hasta su casa o no recogerla en la universidad.

El hombre siempre ha cargado sobre sus hombros el estigma de la infidelidad, pero ahora pueden estar cargando los cachos, pues las mujeres los están alcanzando. Una encuesta realizada por la revista Cosmopolitan revela que el 80% de las mujeres han engañado a su pareja.


“Tú eres mi Julieta y yo también soy tu Julieta…”

Antes el hecho de ser homosexual era catalogado como una enfermedad mental, pero en el año 1974 ésta idea fue descartada. Ahora la homosexualidad es esencial para entender la sociedad y la cultura moderna. Muchas personas aceptan abiertamente su condición de gay, sin prestarle mayor atención a como son vistos delante de la sociedad, aunque varias personas afirmen que esta tendencia es repulsiva y abominable.

La revolución sexual hizo que quienes fueran gay aceptaran serlo públicamente, además lo celebran con comparsas y carnavales. El 28 de junio es el día internacional del Orgullo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Según cifras de la fundación Colombia Diversa, el 8 por ciento (560 mil personas) de la población de Bogotá reconoce su condición de homosexual.

Mario dice que le gustan los hombres desde siempre, pero hasta hace poco se lo contó a su madre, quien trata de resignarse. “Mi mamá aún guarda las esperanzas de que no sea verdad” dice. Aunque él no se ha sentido juzgado, su novio si, pues dice que para sus papás ha sido muy difícil aceptarlo, que lo tratan muy mal y que les prohíben hablar. “Nos tratan como animales” agrega.

Aunque estas posturas de homosexualidad son prácticamente normales; hay quienes aun se encuentran en oposición, como los homofóbicos que sienten odio por estas personas, o la iglesia católica, que manifiesta que el hecho de sentir atracción por una persona del mismo sexo no es pecado, pero tener contacto físico y sexual sí lo es. La iglesia también ha generado controversia por el uso de preservativos y anticonceptivos y también por las relaciones prematrimoniales.


La otra cara
A pesar de que la revolución sexual liberó a la sociedad de tabús, también liberó la propagación de las enfermedades de transmisión sexual. Pues el sexo casual se convirtió en una costumbre, ésta aumentó la infidelidad y propagó las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Paralelo a esto, la época estuvo marcada por el consumo de drogas, una de ellas, la heroína, se volvió una de las más usadas, pero así como en el sexo ésta se utilizaba sin protección.

Una de las enfermedades más letales y silenciosas es el Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) aparecida oficialmente el 5 de junio de 1981, cobradora de más de 2 millones de vidas. Se transmite a través del contacto sexual y se contagia por transfusiones sanguíneas.

El hecho de que las agujas para inyectarse heroína fueran compartidas y que en este estado de alteración mental, hacia que se recurriera fácilmente al sexo sin protección. Esto hizo que las ETS se propagaran de un modo impresionante.

Carlos cuenta su propia experiencia: “tuve una pareja de amigos que eran novios. Cuando ellos terminaron yo me cuadre con ella. Tuvimos una relación que duro poco. Decidí llamar a mi amigo pero nunca lo pude encontrar ni lo volví a ver. A los días recibí una llamada de su celular, era su hermana, que me dijo que él se había muerto de Sida unas semanas antes. Yo me asusté y fui a donde ella, quien me dijo que ya lo sabía, y que también tenía Sida. Me asusté muchísimo y pensé que me iba a morir. Me hice la prueba, ésta salió negativa y fue todo un alivio, pero fue horrible cuando me dijeron que tenía que volver a los seis meses porque ésta no era la prueba definitiva. A los seis meses regresé volví y el resultado fue el mismo”

Este joven que pasó este susto dice que después de esto cree en las campañas educativas y en los mensajes que invitan a la protección. Dice que antes de tener relaciones con una mujer siempre pide la prueba del sida, ya que no quiere volver a vivir este sobresalto y recomienda tener siempre la precaución de usar preservativo.

En “medio” del sexo

Con el avance de la tecnología y la globalización, el sexo se ha convertido en un elemento de fácil acceso para todos, está presente en la publicidad, en la televisión, las revistas y el internet, en éste último se puede encontrar desde imágenes hasta relaciones sexuales en línea o búsqueda de pareja.

La revolución sexual ha sido la forma en que la sociedad se ha levantado la sotana y se ha librado de sus ataduras sacando a flote sus deseos más profundos. Toda revolución siempre tendrá sus consecuencias, lo afortunado es que éstas secuelas pueden ser prevenidas. Adueñémonos de las banderas de la revolución sexual, pues esta es una realidad la cual fue diseñada por nuestros abuelos y nosotros somos quienes la construimos.

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