“Eres libre
pero no de ti.”
Alba Lucía Tamayo.
Elvira Ceballos o María Helena o la Gorda, es una mujer de 60 años, cabello blanco y humor loco. Abogada de arranque, ociosa en sentimiento; con dos nombres por un capricho de su padre y bohemia en la totalidad de su espíritu y cuerpo.
Elvira nació el 23 de octubre en Sevilla. Su madre siempre quiso ponerle María Helena y su padre quería Elvira, como una de sus hermanas. Fue registrada con el nombre que tanto le gustaba a su mamá, pero el día de su bautizo, y después de unas copas, su padre decidió que su tercera hija debía llamarse como el deseaba, y así fue bautizada y nombrada siempre.
En el año 68 María Helena aparece por primera vez en la vida de Elvira, quien no tenía ni idea de la indecisión de sus padres a la hora de escogerle un nombre, y debido a esto tuvo que adaptar, como muchas personas, esta segunda identidad que solo rige en sus papeles profesionales.
Estudiar derecho nunca fue el sueño de la Gorda. Todo empezó en la época en que su hermana estaba a punto de graduarse de abogada y la invitaba a sus clases, allí surgió el encanto por saber como funcionaba el Estado y por una manera distinta de ver el poder.
En sus años de universitaria en Cali, vivió la época gloriosa de la salsa, conoció la rumba desenfrenada y aunque la desenvoltura de los caleños la abrumaba de vez en cuando, terminó aceptándola, contagiándola y convirtiéndola en la fiestera que es.
pero no de ti.”
Alba Lucía Tamayo.
Elvira Ceballos o María Helena o la Gorda, es una mujer de 60 años, cabello blanco y humor loco. Abogada de arranque, ociosa en sentimiento; con dos nombres por un capricho de su padre y bohemia en la totalidad de su espíritu y cuerpo.
Elvira nació el 23 de octubre en Sevilla. Su madre siempre quiso ponerle María Helena y su padre quería Elvira, como una de sus hermanas. Fue registrada con el nombre que tanto le gustaba a su mamá, pero el día de su bautizo, y después de unas copas, su padre decidió que su tercera hija debía llamarse como el deseaba, y así fue bautizada y nombrada siempre.
En el año 68 María Helena aparece por primera vez en la vida de Elvira, quien no tenía ni idea de la indecisión de sus padres a la hora de escogerle un nombre, y debido a esto tuvo que adaptar, como muchas personas, esta segunda identidad que solo rige en sus papeles profesionales.
Estudiar derecho nunca fue el sueño de la Gorda. Todo empezó en la época en que su hermana estaba a punto de graduarse de abogada y la invitaba a sus clases, allí surgió el encanto por saber como funcionaba el Estado y por una manera distinta de ver el poder.
En sus años de universitaria en Cali, vivió la época gloriosa de la salsa, conoció la rumba desenfrenada y aunque la desenvoltura de los caleños la abrumaba de vez en cuando, terminó aceptándola, contagiándola y convirtiéndola en la fiestera que es.
Después de graduarse de la Universidad Santiago de Cali y de ejercer durante dos años como la honorable juez María Helena Ceballos, la Gorda, se dio cuenta de que lo que hacía era legal pero no justo, y se retiró, siendo, como dice ella, la persona que se ha jubilado más rápido en Colombia para vivir del reflexivo ocio.
El día de Elvira empieza antes de que el sol aparezca. Sale a caminar a las 5 de la mañana, y es ésta su hora predilecta, cuando se siente envuelta entre el paisaje y el canto de los pájaros. Pinta en cristal, porque se descubre en él, le atrae su fragilidad, pues la vida también se quiebra en cualquier momento como el vidrio. Le gusta la lectura, la música, el cine, es una mujer libertaria que disfruta de su tiempo libre y de la libertad de su tiempo.
Pedro Almodóvar es un director de cine que fascina a la Gorda, y creo que la Gorda fascinaría a Almodóvar, sencillamente podría convertirse en una de sus famosas chicas. Como ‘la Agrado’, (personaje de Todo sobre mi madre, película de Almodóvar) la Gorda Elvira siempre ha tratado de hacer que su permanencia y la de los demás sea grata en el mundo, construyendo amistades de años y recibiendo a todos con una sonrisa o con una carcajada.
La saca de quicio la injusticia, la descresta el conocimiento, pero a la vez la parte oscura que cargamos todos los seres humanos. Hace rato se cansó del desgaste que produce querer cambiar el mundo, ahorita se siente como una ‘molécula gorda con gafas’ que vive para disfrutar de la generosidad de la vida, de su arte, de pintar con la cocina y cocinar con la pintura.
Sus amigos la quieren, la definen como una loca, una persona inteligente, franca, espontánea, independiente; alguien que transmite alegría y seguridad al mirarla, al hablar, alguien que prende la fiesta. Amadeo, su sobrino dice "Ella es una persona única en éste mundo, vive en su ley. Más que una tía es una amiga, una confidente".
Una mujer cítrica, de colorido, que aprendió a montar bicicleta en una ajena y a escondidas del dueño, recursiva y creativa desde niña, buena conversadora, atenta, la Gorda es ‘Un pastel de manzanas verdes’, como el nombre de una de sus canciones favoritas.
Elvira ha vivido como le ha dado la gana, dejó las leyes por la pintura en el cristal, la cocina gourmet y amanecer conversando y riendo con vino, música y amigos. Vive la vida loca, la vida bohemia, la vida que ha querido vivir y la que goza viviendo.
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