lunes, 2 de noviembre de 2009

Lo que no cambia el amor, lo cambia ‘Una aventura’.

Bianca y Joaquín se conocieron hace 4 años en un recital de poemas que hubo en la ciudad; Joaquín había quedado deslumbrado con ella, con su forma de fumar tan pausada, sus botas de gamuza y su modo de bailar salsa tan eufóricamente en el remate del recital. Bianca no notó su presencia hasta el final de la noche, cuando Joaquín se acercó a bailar ‘Una aventura’ con ella, no se dijeron nada durante el baile, sólo se miraron a los ojos.

Después de tanta rumba y tanto vino, salieron tomados de la mano, sus sonrisas nerviosas se convirtieron en carcajadas, sus murmullos en algarabía, amanecía en Cali y ellos después de estar juntos 3 horas, ya eran los mejores amigos y los amantes de siempre.

Los números de teléfono fueron intercambiados esa noche y desde ese momento no dejaron de llamarse, de verse; el gato de Bianca ya reconocía a Joaquín como un habitante más de su hogar y en el baño de Joaquín estaba el cepillo de dientes de Bianca, se habían enamorado sin darse cuenta, pero su relación era un imposible en sus vidas

Bianca esculpía, pintaba, rumbeaba con gusto siempre. Tenía el cabello castaño y lo llevaba corto desde niña, vivía sola en un pequeño apartamento, odiaba cocinar, y por eso le encantaba amanecer en lechos diferentes al suyo para tener desayuno en la cama, y atenciones de hombres solitarios como ella. Con Joaquín, había encontrado alguien que no le importaba cuantas veces ella amaneciera en otro lugar, él siempre se esmeraba cuando la tenía en casa o dormía en la de ella.

Para él, Bianca era un sueño, una mujer completa, que no renegaba nada, que no le importa nada, que siempre está lista para recibir y para dar amor, para beber como camioneros y amarse como locos. Joaquín disfrutaba ser la envidia de sus amigos, pero sabía también que sus amigos gozaban de vez en cuando de esa gloria que era suya.

Los días que dejaban de verse, Bianca se borraba del mapa y no contestaba el teléfono. Joaquín se ahogaba en tristeza y alcohol, el alma se le escurría cuando estaba acompañado de tanto tragarse las lágrimas para no llorar frente a alguno de sus amigos. Se volvía antisocial, no tenía cabeza para estudiar, moría en vida. Bianca reaparecía como si nada, y él, aunque se reconfortaba al verla, también sentía el dolor de que ella no lo quisiera a él como él si la quería, como él la amaba.

Pasaron 3 años de deleite y amargura entre ellos. Joaquín se encontraba agotado de sufrir porque sí, pero Bianca siempre se encargaba de maravillarlo, y no dejaba que él terminara de irse como planeaba.

Una noche, fueron a una fiesta, él por fin se encontraba decidido a abandonarla. Ella se levantó a bailar mientras él la observaba desde la mesa. La canción que sonaba era ‘Una aventura’, un joven empezó a bailar con ella, se miraban fijamente. En ese instante, Joaquín se dio cuenta de que ya era hora de irse.

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