
La sociedad contemporánea se niega terriblemente el hecho de envejecer, el cual es un acto totalmente natural e inevitable, pero como en el siglo XXI todo es posible nos hemos valido de inyecciones, colágeno y tintura para el cabello que hacen que externamente nos veamos más jóvenes aunque tengamos los achaques que tarde o temprano aparecerán.
No creo que esté mal querer arreglarse o pintarse el cabello, pero creo que en esta época estamos yendo al extremo. El consumismo es una de las principales razones por las que nos negamos a ser viejos físicamente, los bellos y famosos se adueñan de todas las herramientas que tienen a su alcance para seguir siéndolo, mientras nosotros nos adueñamos de varias de estas herramientas para ser como ellos.
Verse bien y tener un cuerpo perfecto es lo que nos gritan las imágenes publicitarias, las modelos, algunas canciones; tal vez nos dejamos manipular, tal vez es la moda, pero sin duda alguna nos convertimos en seres que sólo aprecian un tipo de perfección y que anhela ser así de perfectos cueste lo que cueste.
Ser viejo, gordo o feo no está de moda; el bótox, la liposucción y la silicona sí. Mientras para nuestros abuelos las cabelleras blancas, los senos caídos y las arrugas se volvieron algo común, nosotros nos aterramos con una estría, vemos programas de cirugías cosméticas y le ponemos relleno al sostén.
No sólo es un problema de querer bajar unos kilos, es la gran cantidad de anoréxicas que tiene la sociedad de hoy, oímos hablar de la adicción a la cirugía plástica, de muertes en el quirófano, de silicona vencida o contaminada, de desastres estéticos, pero a pesar de todo este es un fenómeno social y cultural que contagia y reforma a la mayoría.
La autoestima, palabra básica de la educación primaria, es un factor que debemos mantener hasta nuestros últimos días, la vejez no viene sola, y aunque trae arugas, manchas y canas, debemos apreciar la sabiduría que trae también y desde ya empezar a resaltar lo que hace nuestro cuerpo, resaltar los que es ser auténticos. Ser saludable es importante, seguir y cumplir estereotipos es banal. Es necesario admitir que todos nos criticamos de vez en cuando, pero aceptar el ciclo y lo que viene con la vida es admitir que hemos vivido.
“Al final, lo que importa no son los años de la vida, sino la vida de los años”, dijo Abraham Lincoln alguna vez. Quizá, no le importaba mucho su aspecto o tenia cosas más importantes en las qué pensar, pero seguro, de vez en cuando se miraba al espejo y rechazaba sus entradas y arrugas, quién sabe si en alguna de estas ocasiones haya concebido esta frase de modo conformista, pues pobrecito, él no supo que era el bótox, ni tuvo implantes de pelo.
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