miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pensamientos que pesan y sentimientos que liberan. Una historia que vale.


Existen momentos de la vida que son insoportables, que son pesados y también, los que nos dan una ligereza soñada en los instantes de mayor desespero y duda. El amor nos puede otorgar todas esas sensaciones, esos estados, esas vivencias, aunque si usted aún no cuenta con la fortuna, para muchos, o ese infortunio, para otros, de enamorarse, un buen libro le puede hacer sentir esos diversos cambios y sentimientos, convertirse en otra persona e incluso, tener una perspectiva diferente de la vida.

‘La insoportable levedad del ser’ es un libro escrito por el checo Milan Kundera y publicado en 1984. Esta es una novela que plantea diferentes situaciones románticas en un escenario político complicado; exponiendo formas de amar y personalidades distintas y cómo los sentimientos evolucionan, llegando muchas veces a unir la narrativa de ficción con la filosofía, dando origen a frases poéticas selectas que conmueven y llenan de emoción.

Este libro llegó a mis manos por curiosidad, por aburrimiento y por querer hacer algo diferente en unas vacaciones; esto puede ser una casualidad, uno de los términos más utilizados en sus páginas, pero sus historias han abierto mi mente y quizá por esto, esta recomendación tome un giro más personal.

El amor es un sentimiento variante, que depende de quien lo sienta, que nunca es igual, que puede recorrer muchos caminos, detenerse, morir, renacer, mutar, ser despertado por muchas personas  y que se alimenta mucho de las rutinas de la vida, del pasado individual y de las experiencias construidas a través de los años.

De esta forma, Tomás, Teresa, Sabina y Franz, los personajes principales de esta obra de la literatura moderna, van demostrando quienes son y por qué aman como aman; construyen relaciones entre ellos que pueden llegar a ser pesadas, a ser tan leves como una pluma y crean rituales y metáforas poco comunes, como mostrar el alma como si fuera un marino saludando en el momento de llegar a la costa, usar un sombrero extraño a la hora de hacer el amor, sentir las casualidades como pájaros sobre los hombros y el sufrimiento como llevar un zapato distinto en cada pie.

Para mí, esta novela ha traído grandes enseñanzas, la he leído en el amor y en el desamor, evaluando mis actitudes, el destino, el futuro, el pasado y le he encontrado muchos matices que me han hecho pensar, reír, llorar y conmoverme de una manera tan profunda que hoy decido escribir sobre ella y convertirla en un recomendado, en una historia que, creo, todos debemos conocer.

La vida es algo leve, por eso fluye con facilidad; los sentimientos, las creencias, los conocimientos y las experiencias le dan el peso, este es el que nos hace más humanos, con los pies más cerca a la tierra; sin embargo esto, a veces, puede llegar a ser insoportable. Las frases de un libro pueden darnos grandes consejos y regalarnos un peso liberador, algo que nos hace recapacitar y pensar, y, al mismo tiempo elevarnos, permitiéndonos sentir con más inteligencia, menos temor y más seguridad a la hora de amar, a la hora de vivir.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Métodos para escribir un libro malo y perder la cabeza viendo una película.



Para escribir muchos necesitan estar a solas, en un lugar apartado y silencioso; esto puede hacer parte de la técnica, del poder de concentración o, simplemente, del gusto de escucharse a sí mismo en medio de la nada.

Un lugar apropiado para quienes tienen esta preferencia podría ser un hotel lujoso, vacío y aislado durante el invierno de 1980 en las montañas de Colorado, con todas las instalaciones a disposición de su imaginación; haciendo de este el lugar perfecto para escribir una obra maestra, pero también, el lugar en que fácilmente se pueden perder los estribos y sacar al homicida que lleva dentro.

Lo anterior es el argumento de la película ‘El Resplandor’ de 1980, dirigida por Stanley Kubrick (‘La naranja mecánica’) y basada en el libro homónimo de Stephen King, conocido por sus múltiples novelas de terror y suspenso.


Recuerdo que esta película la vi de niña, pero me impactó de verdad cuándo un amigo me la regaló y la volví a ver a los 17 años. Quise verla, principalmente, por Jack Nicholson, el guasón clásico que en esta cinta encarna al desesperado personaje principal, quien coincidencialmente también se llama Jack. Este es un hombre de mal humor, cejas expresivas y afanado por escribir una novela difícil, que todo el tiempo esquiva la tinta y el papel, y termina convirtiéndose en la locura fatal de correr de manera amenazante con un hacha.

De esta manera, el hotel deja de ser el apacible hogar de una familia y se convierte en una zona de peligro para Wendy (Shelley Duvall), la esposa ingenua y para Danny (Danny Lloyd) el hijo que a través de visiones, y de su amigo imaginario Tony, descubre los secretos macabros de su nueva vivienda y predice las reacciones violentas de su padre, las cuales hacen que la actividad de la noche final sea correr desesperadamente para salvarse la vida.


Es así como el suspenso toma forma, a través de la nieve, del encierro, y de andar en triciclo sin un destino fijo, de un laberinto, de una historia que se repite en un sitio siniestro y del rostro del invitado principal de una fiesta de los años 20 anunciando su regreso tras las astillas de una puerta a punto de ser derrumbada. El Resplandor es una película que logra captar la atención de quien la ve con su maravillosa banda sonora que, con sutileza, anuncia que no todo va a estar bien;  sus movimientos de cámara innovadores hacen que el espectador huya también del demente esposo corriendo por los pasillos para evitar una muerte segura, sintiendo el aliento del asesino respirarle en el cuello y viendo a la oportunidad de salir con vida alejarse cada vez más.

Por esto, este clásico del cine es el recomendado de esta semana, una película que a muchos les abrirá la mente para escribir algo, tal vez ya no deseen estar a solas y permitan que un amigo imaginario les ayude a desarrollar nuevas ideas, sin embargo, para escribir una historia como esa siempre hará falta un poco de locura, un poco de miedo y tomar el riesgo de pasar dos horas y unos cuantos minutos temiendo por la suerte de una familia extraña y por la de un libro ajeno en proceso.

martes, 4 de septiembre de 2012