lunes, 5 de octubre de 2009

‘Casablanca’, morada de la música. Un cantinero de música clásica, tango e historia.


‘El día que me quieras’ era el tango que sonaba a las 10:30 de la mañana en el café ‘Casablanca’, mientras esperaba a su dueño.

Juan Marín nació en Sevilla, Valle, tiene 56 años y lleva 42 de cantinero. Desde que estaba en primero de bachillerato ha trabajado en bares, clubes y grilles, y allí es donde ha adquirido la gran pasión que siente por la música.

El primer sitio donde trabajó se llamó ‘La Ratonada’, allí le cogió el gusto a la música clásica, a los boleros, a los tangos, y aunque el negocio no contara con una gran cantidad de discos, los que había eran muy selectos. Aprendió de canciones, de cantantes y géneros musicales; aprendió a escucharlos y a hablar de ellos, a disfrutarlos, y que la riqueza del bar no está en la caja registradora sino en el estante de los discos.

‘Casablanca’ no es una película, ni un palacio presidencial, pero si es uno de los sitios de culto en Sevilla. Desde las 9 de la mañana hay gente tomando café, a las 4 de la tarde ya están tomándose la tercera cervecita, a las 10 se enredan con la letra de los tangos, y a la madrugada los cantan a lagrima viva. Don Juan, es el encargado de satisfacer tanto con canciones como con bebidas, hace 22 años trabaja aquí, 11 como cajero y los últimos 11 como dueño.

“Las anécdotas de estos chuzos son mas bien amargas”, dice don Juan cuando le pido un recuerdo. Después de pensarla más me dice que varios melómanos amigos que han muerto, le dejan sus discos más queridos para que suenen de vez en cuando en el café, él los acepta y mantiene como joyas preciosas. La colección de discos de don Juan es inmensa; 7600 discos en 78, 1100 en 45, 5000 LP, y 2000 cd’s, “para que más”, le digo yo, él se ríe y responde “me falta conseguirme otros”.

Entre tantos discos, unas 70 mil grabaciones, todavía hay afán de adquirir más. “Llega cualquier persona por ahí, ve, usted no tiene tal disco, yo quiero conseguir y conseguir. Esto es una historia de nunca acabar”. Dice que siempre ha querido tener ‘Poema triste’ de Hugo Romani, una de las voces más románticas del bolero, y aunque consiguió una grabación, le encantaría tener el disco original.

‘Casablanca’ tiene fotos de Gardel en todas las paredes, pero el tango favorito de don Juan es interpretado por Hugo del Carril, ‘Canción desesperada’, un tango pasado por desengaño y dolor, y una gema para quienes lo escuchan.
Pero es la música clásica su género predilecto. Desde que empezó en éste oficio siempre la ha escuchado, y asegura que el primer disco que puso fue un disco clásico. Su canción favorita es ‘Tocata y fuga’ de Bach, su cantante favorito es el tenor lírico español Miguel Fleta y el disco que considera más valioso es ‘E lucevan le stelle’, un aria de la ópera Tosca; así que aunque don Juan ponga de vez en cuando Darío Gómez para deleitar a algunos clientes, es un cantinero de gusto distinguido y elegante.

Además de la gente cotidiana que siempre visita el café: Amigos cercanos, conocidos, clientes fieles y los que se aparecen una que otra vez; ‘Casablanca’ también ha recibido a figuras destacadas, que para don Juan son muy importantes, como el ex director de la sinfónica nacional, el maestro Harry Sosa y Jaime Betancourt Cuartas, hermano del ex presidente Belisario Betancourt; quienes tuvieron la oportunidad de escuchar parte de la colección musical que aquí se alberga.

Los destinos si son marcados en la vida de Juan Marín, creció rodeado de melómanos y conocedores y ahorita es uno. Hombre amable e inteligente que dentro de su oficio y su pasión se destaca, que emociona con sus palabras y que sueña con poder levantarse todos los días a emocionarse con canciones.



La primera impresión no es la que cuenta.


¿Qué tan difícil es escribir sobre un amigo?, creo que mas difícil que sobre un desconocido. De un amigo no hay mucho que descubrir, ni mucho que preguntar, sobretodo si es un amigo cercano. Complicado o no, hablar sobre una amiga es lo que debo hacer hoy.

La primera vez que vi a Johana López me dio susto hablarle. Estaba toda vestida de negro y fruncía el seño todo el tiempo; pero al verme tan sola decidí arriesgarme a un posible madrazo o a un buen saludo.

Johana nació en Bogotá en 1991, pero ha vivido toda su vida en Calarcá.
Cuando tenía 14 años empezó a escuchar música punk, y éste, poco a poco, se convirtió en su forma de vida, forma de vida en la que dice que le gusta pasar desapercibida, y que por eso no suele llevar muchos colores en su indumentaria, pero en una sociedad tan colorida como la nuestra, es más notoria de lo que quiere y cree.

“Cuando estaba chiquita me ponían vestidos, pero nunca me gustó. Con el paso de los años cada persona adquiere su estilo. Yo quería verme distinta.”

En un mundo donde hay paradigmas para todo, ella intenta romper el que la cubre, siendo diferente, alegre y espontánea, aunque de vez en cuando le gane el mal genio y se ponga en contra de todo.

Podría contar muchas cosas de Johana, que siempre llega temprano, que todos se enamoran de ella, que su papá le saca canas verdes y ella verde quiso tener el pelo, pero fue un intento fallido porque le quedó amarillo.

Cuando me habla de Los Suziox, de I.R.A y de Los Muertos de Cristo, está es su salsa, puede contarme la historia de todos y cada uno, de su pensamiento, y de lo que le aportan a su vida, del respiro que le dan de la monotonía, y aunque no se considere ‘punk’, éste es el género musical que la mueve.

Después de que ‘la primera impresión’ me asustara, he aprendido a conocer a Johana, a quererla y a aguantarla cuando hace sus berrinches. Ya me acostumbré a su mala cara y a sus aretes diferentes en cada oreja.

“Soy una persona del mundo, que piensa diferente”, así se describe Johana. Un tipo de música no la define, pero de allí se definen muchas partes de su personalidad, que si no las tuviera haría mucho más difícil ésta tarea de entrevistar a un amigo.