domingo, 30 de enero de 2011

De cámaras y balas. Cine colombiano, espejo de la realidad.

El cine colombiano ha alcanzado un éxito notable tanto en el país, como fuera, gracias a películas que demuestran la crudeza de la realidad de los sectores marginales, el narcotráfico, la corrupción y un tipo de comedia que se ha vuelto casi típica y repetitiva cada año en las salas de cine.

Los directores ‘innovadores’ se encargan de recorrer las ciudades, buscar las historias, conocer la jerga de la comuna, las vidas crueles, el dolor y las armas que deben tomar quienes a la calle le llaman casa. Mientras tanto, el otro extremo de la pirámide social va al cine y casi puede oler el pegante incrustado en las narices de los protagonistas, las frases subidas de tono se conviertan en chistes memorables para el futuro; la sangre y la coca son una nueva forma de nacionalismo en pantalla y las realidades macabras son un entretenimiento y no una situación que conmueva y preocupe.

Películas como: ‘La vendedora de rosas’, ‘La virgen de los sicarios’, ‘María llena eres de gracia’, ‘Paraíso travel’, ‘Rosario Tijeras’, ‘Sumas y restas’,’Apocalipsur’, ‘El colombian dream’, o ‘Rodrigo “D” No futuro’; son un claro ejemplo del rumbo que ha tomado el cine colombiano; una vía sembrada en coca y bañada en sangre, tan cómoda, que ha impedido la innovación en cuanto a contenidos dramáticos en el cine nacional.

¿Qué tanto nos han hecho pensar estas películas?, ¿Qué trascendencia han tenido estas historias para la sociedad y los gobernantes colombianos?

El gobierno y la sociedad en general del país debe tomar conciencia y empezar a ver y a escuchar el mensaje que dejan estas historias reales, tan pesadas y fascinantes a la vez, que han inspirado la realidad cinematográfica de Colombia. El trabajo social debe prevalecer por encima de muchos otros temas que se roban el protagonismo hoy en día, pues en la educación y la salud está la base de un país que tome mejores decisiones, incluyendo, que películas hacer y ver.

Puede que el cine colombiano haya logrado mayor reconocimiento gracias a este tipo de películas, pero las condiciones sociales ofrecidas son ignoradas; oportunidades y apoyo deben ser la respuesta y la base de una rehabilitación urgente en las condiciones de vida propuesta por los gobernantes a través de los años, para así, darle una nueva dirección a las vidas de quienes las historias de las películas son una realidad permanente.

Misma rehabilitación de lo turbio que necesita nuestro cine, exponer una nueva propuesta, ir más allá, obtener una nueva visión, una nueva historia; tener un motivo para filmar más sólido que un sicario y una comedia cliché de los veinticincos de diciembre.

Colombia, un país de ‘Vendedoras de Rosas’ y ‘Rosarios Tijeras’, necesita una reinvención, apostarle a historias de vida que resalten por su audacia y gobernantes tan audaces que resalten 43 millones de vidas.